Enoturismo: Gran Canaria a través del vino

Existen muchas formas de visitar un destino, pero pocas de sentirlo. Recorrer Gran Canaria a través de su vino es una modalidad novedosa y una experiencia sensorial que conduce directamente al corazón natural de la isla. Es por eso que, las próximas vacaciones, la ruta del vino no puede faltar.

Los vinos españoles son conocidos alrededor del mundo y muchos se comercializan en Israel. Destacan por su calidad, variedad y naturalidad, y es posible conocerlos directamente al recorrer los distintos rincones del país. Sin embargo, en España nació hace poco una opción particular y exótica que ofrece un vino fuera de lo común, que no se encontrará en ningún otro lugar: la nueva ruta del vino grancanario.

Es la única ruta de España fuera del territorio peninsular y con una composición morfológica y paisajística única, donde la vid se cultiva en planicies, montañas y barrancos, en zonas son protegidas y Reserva de la Biosfera. Pero eso no es todo. Otro valor que hace destacar a esta alternativa única de vacaciones es la posibilidad de tomar contacto directo, a través del vino, no sólo con la naturaleza diversa de la isla, sino con la tradición de sus gentes y sus historias.

Cada bodega y cada viñedo de Gran Canaria es sinónimo de legado familiar, porque son los propios dueños, de varias generaciones, quienes cosechan y sirven el vino a sus visitantes. De esta manera, los turistas conviven con la cultura local y realizan un viaje en el tiempo de refinado sabor contado en primera persona.

Según explicó Álvaro J. González Santana, gerente de la Ruta del Vino de Gran Canaria, son doce las bodegas certificadas del circuito turístico y hay otras cinco en proceso de ser parte formal. Algunas con plantaciones a ochenta metros sobre el nivel del mar y otras que cultivan a 1.500 metros de altitud, lo que permite una gran variedad de uvas y sabores. Además, todas las bodegas de Gran Canaria llevan a cabo prácticamente el mismo proceso de cultivo y elaboración de hace quinientos años, el cual no tiene intervención, y permite mantener la naturalidad y calidad de los vinos.

Al ser un territorio pequeño, dijo González Santana, no hay capacidad de exportación, lo que permite al turista disfrutar del privilegio de beber vino grancanario únicamente en la tierra donde nace. Además, en un mismo espacio se cultivan al menos doce variedades de tintos, rosados y blancos, todas certificadas en calidad por la Denominación de Origen Protegida Gran Canaria.

Los vinos tintos se caracterizan por aromas a frutos rojos, a flores azules como la lavanda y la violeta, y a especias. Algunas de las variedades son el Listán Negro, el Negramoll, la Tintilla y la Malvasía Rosada. Los blancos, por su parte, tienen aromas a flores y frutas blancas, a cítricos y a frutas tropicales, con notas anisadas, que los hacen vinos frescos y ligeros, casi siempre jóvenes y de buena intensidad aromática. Las variedades de uva blanca son la Malvasía Volcánica, Listán blanco, el Gual, Vijariego y Moscatel de Alejandría.

Para encontrar los vinos grancanarios en su mejor momento, los viajeros escogen un conjunto de bodegas a visitar en una jornada por zona de la isla (norte, centro y sur). En cuanto a transporte, es posible hacer el circuito en vehículo particular o contratar a un turoperador, muchos de los cuales cuentan con personal experto en vinos.

Además, algunas bodegas ofrecen alojamiento rural en fincas rehabilitadas transformadas en hoteles de categoría desde donde amanecer junto a los cultivos y comer en alguno de los numerosos restaurantes de Gran Canaria que sirven deliciosos platos típicos que maridan con los mejores vinos locales.

La ruta del vino de Gran Canaria permite tener unas vacaciones en 360º, en las que predomina la increíble naturaleza y la cultura acompañadas de una gastronomía y vinos únicos en un lugar único en el mundo, que espera a los viajeros para lucirse.