Segovia se alza con la sobria majestad de sus monumentos romanos y góticos, pero también guarda en su interior un legado silencioso y profundo: la Judería de Segovia. Este barrio antiguo, situado en el flanco sur de la ciudad amurallada, es mucho más que un rincón pintoresco: es un testigo vivo del pasado judío que durante siglos formó parte esencial del tejido urbano y social.
La presencia judía en Segovia no se limita al medievo tardío, sino que podría remontarse a tiempos incluso anteriores, dada la convivencia que hubo en la zona ya en época romana. Documentos del siglo XIII certifican una comunidad estable, e incluso en 1215 el obispo Giraldo publicó un interdicto sobre juegos y apuestas entre judíos y cristianos, lo que enmarca una vida conjunta bastante normalizada.
Con el paso de los siglos, la aljama judía en Segovia creció en importancia. De acuerdo con hallazgos históricos, llegó a tener cinco sinagogas, una mikve, carnicería, horno, baños rituales, escuelas religiosas, demostrando una comunidad vibrante y organizada.
En el corazón de la antigua Judería se encontraba la Sinagoga Mayor, un edificio construido probablemente a finales del siglo XIII o comienzos del XIV. Este templo fue confiscado en 1410 y consagrado como iglesia bajo la advocación del Corpus Christi. El edificio conserva restos arquitectónicos originales: tres naves separadas por arcos de herradura, sostenidos por pilares octogonales cuyos capiteles conservan decoraciones que remiten al mudéjar.
Cuando ya era parte de un convento de Clarisas, el conjunto sufrió un incendio en 1899, aunque fue restaurado posteriormente. El interior remodelado mantiene, sin embargo, una atmósfera que habla de su pasado sefardí, con detalles simbólicos, espacio y proporciones que recuerdan su origen judío.
Recorrer la Judería, entonces, es adentrarse en un laberinto de historia en las calles Judería Vieja, Almuzara, Puerta del Sol o la Puerta de San Andrés, las cuales delimitaban este barrio en la Edad Media. Es, precisamente, por estas vías donde se encuadra el Centro Didáctico de la Judería: un lugar instalado en la antigua casa de Abraham Seneor que explica las costumbres, el urbanismo y la vida comunitaria sefardí.
Abraham Seneor: la figura clave de la aljama
Poca figura encarna tanto la historia judía segoviana como Abraham Seneor. Nacido en Segovia en 1412, fue banquero, asesor real y líder comunitario. Mantuvo una estrecha relación con los Reyes Católicos, participó en negociaciones políticas importantes e incluso, tras la conversión forzosa en 1492, adoptó el apellido Coronel.
En su casa de la Judería Vieja, una vivienda con dos plantas, patio y bodega, existía un oratorio privado usado como sinagoga. Esa construcción era un símbolo de su estatus social y espiritual. Después de su conversión, la vivienda fue partida en tres casas distintas, aunque buena parte de su estructura original pervive.
El Cementerio del Pinarillo: un espacio de memoria silenciosa
Al sur de las murallas, en la vertiente del valle del Clamores, se encuentra la necrópolis judía conocida como el Cementerio del Pinarillo. Este lugar, visitable hoy, contiene tumbas antropomorfas e hipogeos, cámaras funerarias subterráneas, que revelan rituales antiguos y la antigüedad de la comunidad judía en Segovia.
Una de las zonas más interesantes del yacimiento es la llamada Casita Blanca, un centro de interpretación donde paneles, recreaciones y proyecciones iluminan los ritos funerarios de los judíos castellanos. Desde el mirador, también se observa la muralla, la Puerta de San Andrés y otras estructuras que conectaban físicamente la Judería con el exterior.
Segovia y su historia sefardí en el presente
Más allá de los muros y las piedras, la Judería segoviana conecta con el presente mediante su gastronomía, su arquitectura restaurada y su oferta turística. Durante la rehabilitación llevada a cabo entre 2005 y 2009, el casco histórico recibió una intervención integral que permitió recuperar muchas fachadas y rincones originales.
Para quienes visitan Segovia hoy, el barrio judío no es solo un lugar para pasear: es un espacio para aprender, sentir y reflexionar. Desde sus miradores hasta su cementerio, pasando por la casa de Seneor, cada calle cuenta una historia de resiliencia, poder y cultura.







