La invitación es clara: el Parque de Fauna Lacuniacha, en los Pirineos aragoneses, a dos horas de Zaragoza. Con más de 120 animales de 15 especies distintas, ofrece una experiencia lúdica y educativa para toda la familia.
Mientras los adultos recorren el bosque y descubren sus secretos, los niños aprenden sobre sus habitantes. ¿Sabías que los renos mudan sus astas en otoño? ¿O que la tasa de nacimientos se duplica en primavera gracias a la abundancia de alimento? Si aún no has visitado Lacuniacha, es un espacio natural donde la familia disfruta y aprende en conjunto.
Caballos de Przewalski, bisontes y unas 120 especies de 15 tipos de ciervos conviven en semilibertad en un entorno incomparable. El Parque de Fauna Lacuniacha ocupa el antiguo bosque de La Pinosa, cerca de Piedrafita de Jaca, en Huesca. Además de observar su comportamiento social, la familia recorre un sendero botánico señalizado que enriquece la visita con explicaciones educativas.

La ruta circular parte del parking y explora hábitats de toros, osos y ciervas. Desde el mirador de la sierra Portaqua se admira Peña Telera (2.762 m) y el vuelo de las aves.
Lacuniacha varía con las estaciones. Otoño (septiembre-diciembre) destaca por colores vivos y cielos claros; primavera (finales de marzo-junio), por la actividad animal; verano (junio-septiembre), por un ambiente internacional. Invierno invita a raquetas y esquí.
Los más intrépidos optan por la visita nocturna guiada, ideal en luna llena o lluvias de estrellas para avistar vida en la oscuridad. A 15 km (20 min en coche hacia Francia), Laconia Biescas Aventura propone tirolinas ecológicas: 200 m de circuitos omega, puentes tibetanos y monos en árboles. Senderos para todos los niveles, con monitores para familias.
Más aventura en la montaña
A 1.602 m, el ibón de Piedrafita —lago glaciar de 10 km— refleja picos nevados como un espejo. Ruta sencilla para niños: descenso de 300 m por bosque señalizado desde el parking de Lacuniacha. A la derecha, sierra Tendeñera; a la izquierda, Peña Telera. Dos horas de caminata llevan al ibón, donde los niños juegan en prados mientras los adultos admiran vistas.
Antes de regresar, parada en el arco geotectónico cerca del ibón: formación natural que fascina a toda la familia. El retorno al parking, entre aire puro y amplitud pirenaica, atesora recuerdos antes de volver a la ciudad.







