Entre las murallas de Plasencia, en el norte de Cáceres, Extremadura, la Judería de la Mota revela un pasado que se descubre paso a paso. Hoy, sus calles estrechas y el cementerio del Berrocal invitan a recorrer la memoria sefardí antes de abrir el libro de la historia: una ciudad que fue cruce de culturas, centro intelectual y escenario de convivencia, cuya huella persiste en la arquitectura, el arte y las rutas que conectan patrimonio y naturaleza.
Caminar por la Judería de la Mota es entrar en un laberinto donde cada piedra guarda un secreto. Las calles estrechas, como la Trujillo y la Zapatería, conservan el trazado medieval que define este barrio histórico. Desde la Puerta de Trujillo, el visitante se adentra en un espacio que fue núcleo de vida judía durante siglos. Aquí se levantaba la sinagoga más antigua de Extremadura, hoy desaparecida, pero evocada en paneles y rutas señalizadas que permiten reconstruir su ubicación.
El recorrido continúa hacia las murallas, donde se aprecia la integración del barrio en la estructura defensiva de la ciudad. Las casas, adosadas a la piedra, hablan de una comunidad que vivía en la cima, cerca del poder y de la protección. Muy cerca, el Centro Cultural Las Claras ofrece exposiciones y actividades que contextualizan la historia sefardí, mientras que las visitas guiadas especializadas conectan el pasado con la vida contemporánea. Cada septiembre, el Día Europeo de la Cultura Judía llena la ciudad de música, conferencias y recorridos temáticos, convirtiendo la memoria en celebración.
Fuera del recinto amurallado, en el paraje del Berrocal, se encuentra el antiguo cementerio judío, uno de los más importantes de Extremadura. Las excavaciones han revelado lápidas con inscripciones hebreas que narran nombres y fórmulas rituales, testimonios silenciosos de una comunidad que vivió y murió en estas tierras. Este espacio, hoy protegido, es una parada imprescindible para quienes buscan comprender la dimensión espiritual y cultural del legado sefardí.
La historia de la judería comienza con la fundación de Plasencia en 1186 por Alfonso VIII, quien otorgó un fuero que garantizaba la convivencia entre cristianos, judíos y musulmanes. Esta apertura favoreció el asentamiento de una comunidad hebrea que pronto se convirtió en motor económico y cultural. Durante los siglos XIII y XIV, la aljama alcanzó su esplendor: los judíos plasentinos destacaban en la banca, la medicina y el comercio, y mantenían vínculos con otras ciudades del reino.
La sinagoga de la Mota no era solo un lugar de culto, sino también un centro de enseñanza y debate. Rabinos y eruditos impartían clases de Torá y Talmud, y sus responsa circulaban por toda la península. Este dinamismo intelectual situó a Plasencia en el mapa del judaísmo hispano, conectándola con corrientes europeas.
El siglo XV trajo consigo tensiones crecientes. Las crisis económicas, los conflictos sociales y la presión religiosa desembocaron en episodios de violencia y conversiones forzadas. Conversos como Juan de Leví dejaron huella artística en la Catedral de Santa María, donde su retablo es testimonio del diálogo entre dos mundos. Finalmente, el edicto de expulsión de 1492 puso fin a la vida visible de la judería, aunque su memoria quedó inscrita en la trama urbana y en los archivos que conservan contratos, impuestos y litigios de la aljama.
Plasencia hoy: legado y paisaje
Integrada en la Red de Juderías de España – Caminos de Sefarad, Plasencia apuesta por un turismo cultural que combina patrimonio y paisaje. Tras recorrer la judería, el viajero puede disfrutar del entorno natural del Valle del Jerte, famoso por la floración del cerezo, o explorar la gastronomía local, donde la tradición sefardí inspira recetas reinterpretadas por la cocina contemporánea. Esta fusión convierte a Plasencia en un destino singular, donde el legado medieval dialoga con la modernidad.
Consejos para el viajero
Plasencia se encuentra a menos de tres horas de Madrid y a poco más de una hora de Cáceres, lo que la convierte en una escapada perfecta. Las rutas sefardíes están señalizadas y cuentan con recursos digitales que facilitan la experiencia. Para quienes deseen profundizar, las visitas guiadas y los talleres culturales ofrecen una mirada completa sobre la historia judía y su impacto en la identidad local.






