Ubicado entre Madrid y Barcelona, Aragón despliega una combinación irrepetible de paisajes, cultura milenaria, historia profunda y excelencia gastronómica. Cuatro rutas del vino —y cinco Denominaciones de Origen Protegidas (Calatayud, Campo de Borja, Cariñena, Somontano y el prestigioso Vino de Pago de Aylés)— convierten esta comunidad en un paraíso enológico aún poco frecuentado por el turismo internacional.
Aragón elabora vinos de altísima calidad y, además, cava de reconocida fama nacional, capaz de acompañar con elegancia cualquier cocina. Sus viñedos se extienden por territorios de gran diversidad orográfica y belleza, desde las estribaciones pirenaicas hasta las estepas ibéricas, ofreciendo al amante del vino un escenario privilegiado.
Como bien dijo el rey Salomón, «el vino alegra el corazón», máxima que los habitantes de los antiguos pueblos de las rutas del vino aragonesas —Cariñena, Somontano, Calatayud y La Garnacha— han hecho suya desde siempre. En estos territorios compactos prospera una extraordinaria variedad de uvas, favorecida por contrastes altimétricos y climáticos únicos.
Iniciar la travesía
Zaragoza, capital de Aragón, constituye el punto de partida ideal para quien desee huir del turismo masivo y emprender una experiencia enoturística exclusiva. A apenas 60 kilómetros de la ciudad arranca la Ruta del Vino La Garnacha, accesible en poco más de una hora en tren de alta velocidad tanto desde Madrid como desde Barcelona.
Recorrer las rutas del vino
La cercanía entre ellas permite explorar en un fin de semana lo mejor de cada una y obtener una visión completa de la riqueza vinícola aragonesa. Por ejemplo, Cariñena dista solo 55 km de Calatayud y 60 km de Borja (La Garnacha), y todas se encuentran a menos de una hora en coche de Zaragoza.
Los programas organizados incluyen visitas a bodegas emblemáticas, degustaciones de la gastronomía local y tiempo libre en pueblos de extraordinario encanto. Garnacha tinta y blanca, tempranillo, cabernet y otras variedades ofrecen en cada parada vinos exclusivos que convierten cada visita en una lección tanto para el neófito como para el más experto.
- Ruta del Vino La Garnacha: De fácil acceso y gran profundidad histórica, esta ruta atraviesa viñedos frondosos y pueblos de gran belleza.
- Ruta del Vino Campo de Cariñena: Conocida como la Ruta del Vino de las Piedras, sus viñas crecen entre cantos rodados que aportan a los vinos un carácter intenso y singular.
- Ruta del Vino Somontano: Al pie de los Pirineos, esta ruta se beneficia de fuertes oscilaciones térmicas que dan lugar a vinos de aromas cautivadores.
- Ruta del Vino Calatayud: Esta ruta recorre la tierra mudéjar —Patrimonio de la Humanidad— con joyas como la colegiata de Santa María y las iglesias de San Andrés y San Pedro de los Francos.
Gastronomía y actividades al aire libre
La cata se eleva al combinarla con la cocina aragonesa: tapas generosas, ternasco asado, carnes a la brasa, recetas con espárragos, borraja, patata y cereales. Un buen vino acompañado de esta despensa convierte cada comida en una experiencia trascendente.
Para quienes busquen movimiento, las rutas proponen actividades de alto nivel: paseos a caballo, senderismo por La Garnacha, barranquismo en Somontano o incluso un campo de golf de primer orden en Calatayud.
Las Rutas del Vino de Aragón ofrecen una inmersión total en un territorio que aúna historia, patrimonio cultural y naturaleza con algunos de los vinos más interesantes de España. Sea enófilo apasionado o simplemente viajero exigente, descubrir el Aragón vinícola promete un viaje inolvidable, repleto de hallazgos y placeres sensoriales. Venga a sumergirse en la magia del vino aragonés.







